
Crónica Chile
Casas y pisos destruidos: la otra cara del terremoto en Chile
La reconstrucción del país podría durar al menos tres o cuatro años y costar unos 22.210 millones de euros
El medio millón de casas y pisos completamente destruidos y un número aún indeterminado de residencias con daños de diversa consideración que hacen imposible que sean habitadas, representan otra de las múltiples realidades trágicas causadas por el terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter que afectó a la zona centro-sur de Chile el pasado sábado, dejando un saldo aún parcial de 802 muertos y un número todavía no precisado de desaparecidos.
Mientras en las ciudades cercanas al epicentro, a unos 550 kilómetros al sur de Santiago, los testimonios de los dos millones de damnificados muestran la cruda experiencia y el incierto futuro que enfrentarán justo cuando Chile se preparaba para celebrar su Bicentenario. Tanto en esas regiones como en el resto del país, especialmente en la capital chilena, la fuerza de uno de los seis terremotos más grandes de la historia mundial ha marcado a fuego su huella destructiva.
Sin distinción de barrios o de sector socioeconómico, en lugares acomodados o de menores recursos, cientos de miles de casas y edificios de departamentos muestran graves daños estructurales, la mayoría de los cuales impiden no sólo habitarlos, sino incluso rescatar las pertenencias de sus ahora desolados propietarios.
Es así que tanto en la periferia más pobre como en las zonas más pudientes, parques, jardines y plazas de condominios lucen como coloridos campamentos en medio de la trágica emergencia, ya que los dueños de los pisos y casas se niegan a arriesgarse a que otro seísmo no sólo les quite el lugar donde vivían, sino también la vida. Asimismo, las numerosas y fuertes réplicas hacen aún más crítica la situación.
Casas y pisos destruidos: la otra cara del terremoto en Chile
La reconstrucción del país podría durar al menos tres o cuatro años y costar unos 22.210 millones de euros
El medio millón de casas y pisos completamente destruidos y un número aún indeterminado de residencias con daños de diversa consideración que hacen imposible que sean habitadas, representan otra de las múltiples realidades trágicas causadas por el terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter que afectó a la zona centro-sur de Chile el pasado sábado, dejando un saldo aún parcial de 802 muertos y un número todavía no precisado de desaparecidos.
Mientras en las ciudades cercanas al epicentro, a unos 550 kilómetros al sur de Santiago, los testimonios de los dos millones de damnificados muestran la cruda experiencia y el incierto futuro que enfrentarán justo cuando Chile se preparaba para celebrar su Bicentenario. Tanto en esas regiones como en el resto del país, especialmente en la capital chilena, la fuerza de uno de los seis terremotos más grandes de la historia mundial ha marcado a fuego su huella destructiva.
Sin distinción de barrios o de sector socioeconómico, en lugares acomodados o de menores recursos, cientos de miles de casas y edificios de departamentos muestran graves daños estructurales, la mayoría de los cuales impiden no sólo habitarlos, sino incluso rescatar las pertenencias de sus ahora desolados propietarios.
Es así que tanto en la periferia más pobre como en las zonas más pudientes, parques, jardines y plazas de condominios lucen como coloridos campamentos en medio de la trágica emergencia, ya que los dueños de los pisos y casas se niegan a arriesgarse a que otro seísmo no sólo les quite el lugar donde vivían, sino también la vida. Asimismo, las numerosas y fuertes réplicas hacen aún más crítica la situación.
que pena ¡no Pilar!
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